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enrique320 at 2008-06-21
Comparto esta nota de El Tiempo de marzo de 1996, sobre el Simca de Enrique y Emilio de Francisco....
El Simca, Juguete Campeón
Un portentoso Ferrari Testarrosa guarda silencio estacionado en un taller del barrio Siete de Agosto de Bogotá. Al lado de él, Porsches de todos los colores y todos los modelos y otros autos que parecen sacados del álbum de un coleccionista o de un fanático de la velocidad, también dejan dormir en silencio sus motores y sus dolencias.
Quizás es una forma de respetar el descanso de un campeón, de un pequeño y veterano Simca, modelo 72, marcado con el número 88, que el año pasado venció a los casi innombrables Swift, Sprint y otras máquinas de tecnología superior.
En ese momento, y después de muchos años de lucha mecánica, dejó de ser el carrito simpático de los De Francisco. Ahora es el defensor del título de los 1.300 centímetros cúbicos de la Copa Doria-Mustang-ACC.
A su lado, como el maestro creador y dador de vida, está Emilio De Francisco, el hombre que en un arranque de locura como él mismo lo reconoce lo compró por un millón y medio de pesos en 1989, y que tuerca a tuerca, tornillo a tornillo, desvelo tras desvelo, lo subió al podio de los mejores.
Sonrientes, y ataviados no con el casco y el overol, sino con la corbata y el vestido de paño, están Enrique De Francisco y Juan Manuel Jiménez, los maquinistas de este aparatico de velocidad, dos duendes metidos en esa exclusiva casa de juguetes en que habita el Simca.
Es indudable el éxito que tiene este Simca. Para Enrique, la gente ve representado su viejo cacharrito en el carro de nosotros. Un día, en el autódromo, un borracho lo abrazaba y lo besaba y a Juan Manuel y a mí nos pedía autógrafos .
Los Simca marcaron una época de oro en el viejo autódromo Ricardo Mejía, por allá en los años setentas. Allí se batían de igual a igual con los Fiat 147 y con los Renault 4. Con el paso de los años estas máquinas de motor trasero fueron olvidadas en los viejos talleres, o abandonadas en los depósitos de chatarra. Pero aún hay quienes conservan y exhiben su Simca como si fuera un tesorito. De ahí que llene de tanto orgullo y nostalgia que un cacharrito de estos le gane a autos mucho más nuevos, y de tecnología más avanzada.
El éxito del Simca se llama Emilio De Francisco dice Enrique. El le ha fabricado las piezas que le hacen falta, lo cuida, lo mima, lo conoce perfectamente, y es el único que le mete mano. Nadie más toca el motor del carro. Solamente él .
Emilio, aunque es consciente de que pronto los cambios de reglamentos, en cuanto a tecnología permitida, van a dejar al Simca blanco con visos azules, sin muchas posibilidades de seguir en la lucha por los primeros lugares, no ahorra elogios para la máquina.
Este carro tiene la ventaja de que es muy fácil de modificarle las piezas. La mecánica es muy versátil y se le pueden seguir haciendo arreglos y adaptaciones, lo que nos da posibilidades de seguirlo mejorando .
Sí, este es el único carro con tecnología Siete de Agosto. Esa diferencia con los otros carros es la que más nos motiva, la que más nos hace seguir adelante. Lo que se ha hecho es optimizar los recursos y las posibilidades que nos da el carro, y nos ha ido muy bien , dice Juan Manuel, un ingeniero industrial que cambió las motos por los carros porque en ellas no podía transportar a toda su familia.
El premio Peter Goldring-95 al carro mejor preparado, es otro más de los estímulos que ha recibido Emilio y su carro.
Pase lo que pase con el auto, los De Francisco no lo van a vender. Quiero meterlo a un museo de autos de carreras que ya se está proyectando , dice Emilio.
El Simca número 88 ya tendrá tiempo de demostrar, a partir de hoy, por qué es el campeón. Por lo pronto sigue protegido, también de los malos pensamientos, por Porsches y Ferraris...