Hace ya tiempo que los carros dejaron de ser un simple medio de transporte para convertirse en un objeto de culto. Mientras antes los vehículos estaban destinados para un mercado de élite al que muy pocos podían acceder, hoy sucede lo contrario. Sería falso afirmar que en todos los hogares hay un carro, pero lo que sí es cierto es que han incrementado los índices de vehículos en las ciudades, ya sea por las facilidades de pago que se brindan o la producción en serie de las fábricas. Incluso al punto de tener que restringir su libre circulación para que el impacto ambiental no sea tan agresivo. Ahora los autos son más rápidos que antes, menos ruidosos, y menos dependientes de su conductor. La tecnología avanza para condenar a muerte la figura del piloto, dejando a un lado lo que realmente es el placer de conducir.
El tiempo también ha sido testigo del crecimiento en el número de clubes que se dedican a los automóviles. Este fenómeno ha traído consigo grandes aficiones frente a las nuevas tecnologías y su impacto frente a la velocidad, el tuning, el sonido, y muchas otras cosas más que puede brindarle hoy un auto moderno a su propietario. Sin embargo, aún permanecen algunas personas que buscan preservar la cultura de los autos clásicos, aquellos íconos que llegaron hace décadas para permanecer rodando y atrayendo las miradas de conocedores y aficionados. En este caso se busca que los carros permanezcan en su total estado de originalidad, ya sea restaurados o conservados.
Pertenecer al Club BMW Clásicos Colombia significa mucho más que pagar una inscripción y conducir. Es llevar los iconos de una marca, los colores de su bandera y la cultura de su tradición. Es compartir con amigos la pasión por la originalidad, la calidad y elegancia. Es comprender acerca del respeto hacia esas máquinas que tienen tantas historias por contar. Es un privilegio que tienen unos pocos para compartirle al mundo lo importante que es revivir la pasión por el clásico alemán.
Juan Felipe Reina Munévar.